viernes, 7 de noviembre de 2008

El transporte público

Cuando yo era pequeña, no había más que un carro en la casa y era usado por mi papá para ir al trabajo. Mi mamá hacía sus diligencias en bus urbano, porque no sabía manejar y me llevaba con ella, porque no tenía con quién dejarme a su cuidado y porque a pesar de ser tan tranquila, mi mamá no quería dejarme sola en casa, por temor a que me pasara algo.
Yo no usé la camioneta para ir al colegio porque mi primer año lo estudié en uno que estaba a pocas cuadras de mi casa. Los años siguientes, asistí a un colegio que quedaba más lejos, pero contaba con servicio de bus, así que no teníamos preocupaciones en cuanto al transporte.

Volviendo a lo del transporte público, recuerdo que no me desagradaba usarlo, porque en ese tiempo el servicio era relativamente mejor, y nunca nos asaltaron en una camioneta o una parada de autobuses. Lo que no me gustaba, era viajar en horas pico, porque todos los usuarios íbamos apretados, invadiendo el espacio personal del otro, e inevitablemente escuchando conversaciones ajenas que no nos incumbía.

En 1998, mi mamá sacó su licencia de conducir y tuvo su primer carro, que tenía unos once años de edad. Con esto se acabaron los mandados en burra y ya no me importaba viajar en horas pico. Desde entonces viajé en bus un par de veces y otras en bus de línea, pero eso es historia aparte.

Hace un poco más de un mes, me tocó irme en camioneta desde la U, esta vez, sola… bueno, no tanto; le me fui con una amiga que toma la misma ruta que yo, pero yo tenía mucho miedo, debido a las historias de terror que leo a diario en los periódicos. Mi trayecto fue muy corto, me bajé frente a la UVG, el bus iba lleno de universitarios, y no había nadie que se mirara sospechoso, pero aún así tenía miedo. Mi amiga me pidió que me tranquilizara, que no nos iba a pasar nada, y que confiara en ella. Le hice caso y afortunadamente no pasó nada. La segunda vez volví a irme con ella, pero esta vez no tenía miedo.

Me gustaría repetir la experiencia para quitarme lo cobarde.

No hay comentarios: